En lo alto de las montañas yungueñas, donde el verde abraza los caminos y la esperanza florece entre los cafetales, las comunidades de Tocaña y Pacallo recibieron un apoyo que va más allá de lo tangible: 200 pupitres escolares que ahora esperan a niñas y niños con grandes sueños y deseos de superación.
Esta donación, fruto del compromiso con la Responsabilidad Social Universitaria, no solo mejora las condiciones de aprendizaje en las Unidades Educativas de Tocaña y Pacallo, sino que también envía un mensaje claro: la educación en Bolivia no tiene fronteras, y cada niño debe contar con ello.
La iniciativa nació del proyecto de investigación “Parasitosis en niños menores de 10 años en el municipio de Coroico”, aprobado por el Comité Científico Nacional por su alto impacto social. Lo que comenzó como una intervención en salud, liderada por la Dirección de Investigación, la Coordinación de Investigación en Salud y las carreras de Medicina, Bioquímica y Farmacia, reveló una realidad urgente: la infraestructura educativa también necesita cuidados, atención y amor.
Durante la entrega oficial, las emociones fueron protagonistas. Autoridades locales como la Sra. Juana Socaticona, el Sr. Eloy Mamani y el Lic. Richard Arenas Sirpa compartieron palabras que resonaron como promesas de futuro. Cada pupitre representa un espacio donde se escribirá una historia, se resolverá una suma, se leerá un poema, y, sobre todo, se soñará con una Bolivia más justa y solidaria con educación.
“Estamos seguros de que juntos podemos construir una mejor Bolivia, donde la educación, la salud y el respeto por nuestras raíces sean pilares fundamentales del desarrollo”, expresaron los organizadores con profunda convicción.
Este gesto no es solo una entrega. Es una semilla de transformación, una muestra de que cuando la universidad se conecta con la comunidad, la ciencia se vuelve humana y el conocimiento se convierte en esperanza.